Hay quien de una sola palabra
se enamora,
o de unos labios callados.
Entonces,
mejor no preguntar
porqué ni dónde,
mejor esperar:
sabiendo que esa palabra
sea la que nos nombre
y que esos labios
sólo se abrirán por ella.
Eres pluma ligera y suave
que me acaricia y atormenta;
Mujer, que acorralaste
con tus ojos negros
mi felicidad,
que como el vaivén infinito
de las olas,
siempre llegas,
siempre.
Se pierde a veces
el color de tus ojos,
el sabor de tu aliento;
será así quizás
como entiendas el amor,
callado y profundo,
como dos cuerpos
separados y distintos
que poco a poco
se funden,
sin hablarse,
sólo con ojos,
respondiéndose
con sus cómplices miradas,
en silencio.
Ven.
Sabes que te quiero,
ven conmigo
a anudar sentimientos,
hasta rozar otoños
en tu pelo,
ven lloviendo a voces,
que bajo mi paraguas
siempre te espero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario