Hay tardes en las que sólo huelo a ti,
tardes cerca del mar,
que me habla
de tu negro pelo,
de tu risa,
y en las cálidas espumas
de tus caricias me sumerge.
La distancia,
nuestro amor manuscrito,
no soporto más esta distancia
que nos hace lectores eternos.
Quiero rozar tus labios y
entrelazar mis manos con las tuyas,
mirarte a los ojos,
hacerte requiebros.
Sólo tus sobres llenos
son mi consuelo,
cada oración, cada deseo,
un sordo lamento.
Siento que sientes
como yo,
que aún me tienes muy dentro.
Bajo mi almohada
duermen tus cartas
para no sentirte tan lejos,
mecen su aroma mi sueño.
Volverás a despertar conmigo mañana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario